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jueves, 7 de abril de 2022

Experiencia cercana ala muerte de SUSAN

 



Descripción de la experiencia:

Julio de 1982

Era una fisioterapeuta empleada en un hospital de Alaska. Sufría de un disco roto en mi espalda baja. Durante varias semanas, me trataron de forma conservadora con terapia e inyecciones sin mejoría. Durante esta época, pasé mucho de mi tiempo orando y estudiando la Biblia. Anteriormente me habían operado la espalda por un disco roto en 1977, antes de trasladarme a Alaska, y el médico que estaba viendo me había dicho que podría necesitar cirugía para este disco roto si no respondía al tratamiento conservador. Él no estaba seguro si otra laminectomía (N del T: cortar un pedacito de vértebra sería suficiente o si requeriría una fijación espinal. La fijación espinal significaba una recuperación mucho más larga y la posibilidad de no volver a trabajar como fisioterapeuta. Una vez que se llegó a la decisión de que la cirugía era necesaria y estaba programada, empecé localizar a miembros de mi iglesia, así como a familiares y amigos allá en Nueva York, pidiendo sus oraciones y diciéndoles la fecha de mi cirugía. Les pedí que oraran para que sólo necesitase una laminectomía.

La mañana de mi cirugía, recuerdo a la enfermera que me preparaba para la cirugía. Ella comentó que yo era la persona más relajada que había visto preparándose para ir a la cirugía. Mi marido y dos niños pequeños, de 9 y 6 años, estaban en la habitación del hospital conmigo cuando trajeron la camilla para llevarme a cirugía. Ellos caminaron conmigo un momento y luego se les dio instrucciones de ir a la sala de espera mientras yo estaba en la cirugía. Me besaron y se fueron. Una vez en el quirófano, recuerdo haberme trasladado a la mesa de la sala de operaciones y poner la aguja en mi brazo a través de la cual administraron mi anestesia.

Lo siguiente que supe, era que me encontraba muy cerca de la esquina del techo de la habitación. Estaba tan arriba, que estaba a unas pulgadas de los azulejos del techo. Me di cuenta de que el médico ofendía airadamente y ordenaba a las enfermeras que trajeran más bolsas de sangre. Volví la vista al sonido y vi mi cuerpo siendo volteado de cara abajo a cara arriba en la mesa. Había una gran conmoción de gente corriendo y volviendo y recuerdo lo pálida que estaba mi cara. Sabía que miraba mi cuerpo, pero no sentía alarma, ni preocupación. Recuerdo moverme sin esfuerzo a través de la pared de la habitación y por un pasillo a través de las puertas dobles del quirófano. No sentía en absoluto ninguna resistencia o tacto al pasar a través de la pared o puertas.

 

Mientras me dirigía por el pasillo, noté una puerta de ascensor abriéndose y un hombre al que no conocía, corría a la puerta abierta del ascensor. Había algo en su correr y su notable intensa ansiedad que llamo mi atención. Así que lo observé, noté que llevaba una chaqueta de algún tipo marrón y parecía llevar una bolsa de algún tipo. Se apresuraba hacia las puertas del quirófano y se detenía cerca de un hombre a la entrada del quirófano. No recuerdo las palabras de ellos, pero supe que el hombre que había pasado el ascensor era un cirujano y estaba irritado por tener que frenar, mientras que el otro hombre no pensaba que este hombre en ropas de calle tenía derecho a entrar al quirófano. No oí el sonido de sus voces, pero yo estaba telepáticamente consciente de los pensamientos de cada hombre, a diferencia del quirófano donde oí el sonido del médico maldiciendo. Una vez que el cirujano pasó a quirófano, ya no le observaba.


En este punto, comencé a subir a través de los techos de cada piso del hospital como si fuera arrastrada por alguna fuerza fuera de mi propio deseo. Seguí subiendo hasta que pasé por el mismo techo y me encontré en el cielo por encima del hospital. Una vez fuera del hospital, comencé a moverme mucho más rápidamente, pasando la cordillera cerca del hospital y sobre la ciudad. Estaba a la altura de un avión. Fue en este punto que me di cuenta de que si me movía tan rápido, debería sentir las ráfagas de viento sobre mí y una diferencia en la temperatura del aire. Pero no sentí nada de esto.

Recuerdo ser lanzada a una oscuridad, como una cueva, donde continué a gran velocidad durante algún tiempo, antes de que me diera cuenta de una pequeña luz brillante en la distancia, en la dirección que me dirigía. Rápidamente emergí en esta luz intensa y miré donde mis pies debían estar, el suelo rocoso debajo de mí, y una pendiente rocosa, escabrosa, a mi izquierda. 


Al levantar la vista, vi la espalda de un hombre que subía por la pendiente y telepáticamente supe que debía seguirlo. Examiné su espalda y noté el largo y oscuro cabello atado con un lazo de cuero, una toga corta como una prenda áspera, blanca y sandalias en sus pies con lazos de cuero envolviendo sus pantorrillas. Recuerdo haber pensado: «¡No es Jesús!».


Llegamos a una repisa abierta a una hermosa escena pastoral de vívida hierba verde salpicada con flores de colores vibrantes como ninguna otra que he visto. Había enormes árboles de sombra dispersos alrededor y más allá del campo un pequeño río de unos 30 pies de ancho (N del T: 9 metros). Llegamos a la orilla del río y en la orilla opuesta vi a todos mis seres queridos que habían fallecido. Estaban reunidos en un gran grupo. Primero vi a mi padre ya mi hermano. 


Estaban tan emocionados de verme como yo de verlos. Entonces noté varias tías, tíos y primos en el grupo. Finalmente, me di cuenta de que unas cuantas personas que no reconocí de inmediato eran mis abuelos que habían muerto antes de nacer, así que nunca los había conocido. Sin embargo, sabía quiénes eran y podía telepáticamente oírlos decir cuánto me querían. No recuerdo que vestían ni como lucían, pero definitivamente eran sus espíritus y no había duda en mi mente de quiénes eran todos.

Antes de que pudiera ir a ellos y abrazarlos, mi guía, que me guió arriba por la pendiente, me comunicó telepáticamente que tenía que ir primero a otro lugar y tenía que seguirlo. Le seguí por una curva en el río hasta que pude ver en la distancia un hermoso edificio de estilo griego que era vibrantemente blanco con muchas escalas que conducían a él y columnas enormes en frente. Muchos seres espirituales estaban vestidos con túnicas blancas vibrantes. Estaban moviéndose alrededor, entrando y saliendo. Mi guía me llevó adentro donde se abría en una enorme biblioteca llena de mesas y libros. Muchos espíritus estaban estudiando diferentes libros y mi guía comunicó que esta sala contenía el Libro de la Vida descrito en la Biblia. 


Continuamos hacia una habitación de atrás donde algunos Seres espirituales estaban sentados en sillas que rodeaban una pantalla en el suelo, como un barco con fondo de cristal. Me comunicaron que debía ver mi vida y luego escenas como un holograma 3D aparecieron. Pude volver a experimentarme en todos estos eventos de mi vida, pero lo más importante fue que pude experimentar el impacto de mis acciones y palabras en las otras personas con las que había interactuado. 


Ninguno de los espíritus me condenó por aquellas cosas dolorosas que había hecho o no, pero me sentía muy arrepentida y triste por ellos en mi corazón


Todo parecía suceder muy rápidamente, pero tenía un tremendo impacto en mí. Tengo la impresión de que estos seres espirituales habían estado conmigo y me habían ayudado a planear mi vida antes de que yo naciera. Me dejaron saber que yo sería capaz de volver a mi vida, si decidía hacerlo. Luego me mostraron a través de la misma pantalla algunos eventos futuros en mi vida si decidía volver.


 Algunos acontecimientos ocurrirían definitivamente y algunos acontecimientos eran posibles pero no definitivos.

En este punto, hay una brecha en mi memoria de lo que ocurrió a continuación. Lo siguiente que supe fue que mi guía me mostraba al médico que me había operado de espalda, de pie, en la sala de espera con su atuendo quirúrgico verde, excepto su mascarilla y hablando con mi esposo mientras los niños se sentaban en un sofá tras de mi marido. No pude escuchar ninguna palabra, sólo vi la escena. Y luego me mostraron la imagen de todas las oraciones que decían mi familia y amigos. Cada oración se veía como una nota musical y se unían entre sí y llegaban hasta donde yo estaba. Por último, vi la oración de mi hija formando el último eslabón que nos llegaba. De repente, todos los lazos afectivos con mi esposo y mis hijos se precipitaron hacia mí y me acordé de mi de niña, cuando a los 7 años había orado con tanta urgencia que mi padre no muriera. Parecía que mi oración no fue escuchada y mi padre murió. Sabía que no podía permitir que mis hijos crecieran sin su madre, como yo crecí sin mi padre. 


Por difícil que fuera dejar este lugar de abrumador amor incondicional e indescriptible paz, sabía que tenía que volver a mi vida.

Me dijeron que las cosas futuras en mi vida que me habían mostrado se borrarían de mi memoria, así como otras cosas que me habían mostrado durante mi experiencia, porque si se me permitiera retener esos recuerdos las decisiones que haría en mi vida futura estarían contaminadas y no serían realmente opciones verdaderas. Me darían suficientes recuerdos para convencer a mi mente lógica de la realidad de mi experiencia y me darían una señal inconfundible que probaría fiablemente donde había estado.


Con eso, lo siguiente de que fui conciente fue de despertar en la sala de recuperación con mi marido y los niños de pie a mi alrededor. Todo lo que he escrito aquí estaba totalmente en mi mente y corazón inmediatamente cuando saludé a mis seres queridos y mi señal estaba allí también. Mi señal no era un objeto, era el hecho de que estaba completamente envuelta en la "paz que pasa por todo entendimiento" y el asombroso amor incondicional de Dios, ¡como una burbuja de protección invisible! Esta asombrosa sensación, esta señal, permaneció conmigo con una tremenda intensidad durante unas 3 semanas antes de desaparecer gradualmente. 


Después de que se fue, supe, más que nunca de cualquier cosa que he sabido en mi vida, que mi experiencia fue completamente real. El regalo del amor y la paz de Dios que estuvo conmigo durante esas semanas fue la prueba y la confirmación perfectas en mi corazón de que realmente había estado en el reino espiritual con Dios porque era exactamente lo que había sentido durante toda la experiencia. Conozco la verdad absoluta de ello hasta nuestros días. Permanecí en el hospital durante 12 días después de mi cirugía, primero en cuidados intensivos y más tarde en una habitación normal de hospital. Fui llamada y fui por un tiempo, pero tenía plena confianza de que me iba a recuperar porque sabía que había regresado a mi vida por una razón y estaba aquí para quedarme.


Al principio, no le conté a mi familia sobre mi experiencia. Recuerdo lo sorprendida que estaba la primera vez que el cirujano que me había salvado la vida vino a mi cama para una visita. Nunca nos habíamos visto antes, pero él era el mismo hombre que había visto corriendo en la sala de operaciones. Había sido llamado para operarme. A diferencia del cirujano que había hecho mi cirugía de espalda que apenas entraba en mi habitación e, incluso entonces, no me miraba a los ojos, ESTE cirujano era cálido y amable. Él claramente se preocupaba por mí y estaba contento de que me recuperaba bien. Tras una semana en casa, tuve que ir a la consulta de este cirujano para quitar las grapas. Mi incisión había sido grapada sin interrupción desde el hueso del pecho hasta mi hueso púbico.


No mucho después de que yo estuviera en casa, pero antes de volver a visitar de nuevo a este médico, había compartido con mi marido mi experiencia cercana a la muerte y me preguntaba en voz alta sobre el mensaje que me habían dado acerca de los recuerdos que "convencerían a mi mente lógica" de la verdad de mi experiencia. 


Recordé que mi experiencia había incluido ver al cirujano llegar el día de mi cirugía y que si podía confirmar lo que había visto cuando llegó ese día, entonces, de hecho, convencería a mi mente lógica de la validez de la experiencia. Aunque ya sabía que era "real" por mi señal, también quería que mi marido no tuviera ninguna duda al respecto. Por lo tanto, después de que el cirujano había completado mi examen y expresó lo satisfecho que estaba con mi curación hasta el momento, le dije que quería preguntarle algo sobre el día de mi cirugía. Le dije que durante mi cirugía de espalda, después de que mi arteria había sido cortada y yo sangraba, que mi espíritu había dejado mi cuerpo y salió del quirófano. Le dije que lo había visto llegar aquel día, aunque no sabía quién era o por qué estaba viniendo allí en ese momento. Le conté cómo corría hacia el quirófano y llevaba ropa de calle de una chaqueta de algún tipo marrón y llevaba una bolsa. Vi que le molestaba ser frenado cerca de las puertas de quirófano, cuando estaba claramente ansioso por entrar en la sala de operaciones. Entonces, le pregunté si lo que vi era lo que había sucedido aquel día. Su respuesta fue: "¿Cómo lo sabías? Estaba en mi oficina cuando me llamaron para ir a quirófano. Necesitaban una cirugía exploratoria de emergencia para localizar y detener el sangrado de un vaso que había sido cortado durante una cirugía de espalda.” No puedo recordar con certeza, pero creo que él me pregunto qué más había visto y experimentado.


 Creo que compartí un poco sobre ver a mis seres queridos fallecidos y un poco sobre mi experiencia, pero no recuerdo ningún detalle de lo que le dije. Él nunca dijo claramente lo que vestía cuando lo describí, sólo dijo, '¿Cómo lo sabías?' Estaba claramente impresionado, y creo que habría dicho que no llevaba eso o que no recordaba que sucediera de esa manera, si de hecho no hubiera ocurrido de la manera que describí. Salí convencida de que me había confirmado la validez de lo que había visto. El hecho de que él hubiera venido al hospital en ropa de calle, en lugar de haber sido un cirujano de guardia ya uniformado en el hospital era una circunstancia inusual, lo sabía, y eso confirmó mucho. Fue suficiente para convencer a mi mente lógica y a mi marido también.


Durante la cirugía, se descubrió que tenía endometriosis. Así que también visité a un ginecólogo para el seguimiento. Durante esa visita, me preguntó por mi reciente cicatriz abdominal. Cuando le expliqué lo que había sucedido, exclamó: “¡Esa ERA USTED! Yo estaba en el quirófano del lado ese día y escuché un completo caos allí. ¡el ambiente estuvo violento, se lo aseguro!” No compartí mi ECM con él ese día, pero me confirmó lo que había visto en el quirófano y las malas palabras que escuché allí. Por supuesto fue una conducta inusual en un quirófano. Después de esos años, me uní a IANDS y he compartido mi historia en público por primera vez. Me inspiró a buscar al cirujano que había hecho mi cirugía de emergencia y él aún trabajaba en Alaska. Escribí para darle las gracias y preguntarle si se acordaba de mi caso y hablarle sobre mi ECM en ese entonces. Él respondió que él se acordaba de mí y recordó que compartí mi ECM con él.


Pensando profundamente en lo que había visto durante mi experiencia cercana a la muerte y lo que podía ser confirmado por alguien aparte de mí, hablé con mi hija que tenía 9 años y ahora tiene 43 y le pregunté qué recordaba de ese día. Dijo que habían esperado mucho tiempo cuando el médico les había dicho que iba a hablar con ellos y que estaba muy preocupada. Dijo que oyó un poco de ruido y vio a un hombre corriendo por la sala de espera actuando como si algo malo hubiera sucedido. El hombre corrió hacia los ascensores. Dijo que fue el mismo hombre que más tarde se presentó a ella como el médico que me había salvado la vida. Ella se preocupó más, cuando más tarde, nadie había venido a hablar con ellos aún. Entonces, el cirujano que había hecho mi cirugía de espalda finalmente llegó a la puerta de la sala de espera y su padre fue a hablar con él. Estaban tan serios que ella estaba convencida de que debía estar muriendo. Ella oró por mí, dijo. Antes de hablar con mi hija, le había preguntado a mi esposo si recordaba haber visto a un hombre que pasaba por la puerta de la sala de espera aquel día. Entonces recordó a alguien corriendo, pero dijo que no estaba directamente frente a la puerta en ese momento. Mi marido me había dicho poco después de mi cirugía que el médico de espalda había venido a hablar con él en la sala de espera ese día, pero nunca le he preguntado qué vestía ese médico. Supe por lo que mi marido me dijo, que en ese momento, el médico de espalda había pedido a mi esposo permiso para permitir una cirugía adicional para salvar mi vida.


Fecha de la ECM: Julio 7, 1982

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