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martes, 13 de mayo de 2025

La indiferencia del sacerdote

 


La indiferencia del sacerdote


Colosenses 3:12 - Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.

Toda alma que atraviesa una situación difícil busca refugio en la presencia de un ser querido o de confianza, con la esperanza de encontrar paz o al menos sentirse escuchada en medio de su dolor y desesperación. Sin embargo, no siempre logramos encontrar lo que buscamos, lo que puede provocar, en muchas ocasiones, una profunda decepción e incluso resentimiento.

  • “El resentimiento es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera.”

Hace algunos años, enfrenté un periodo muy complicado en mi vida y creí que podría superarlo por mi cuenta. Me mantuve firme en esa decisión hasta que, un día, pensé que tal vez era el momento de hablar con alguien que pudiera ayudarme a sentirme escuchada y comprendida. Estaba convencida de que encontraría las respuestas y el entendimiento que tanto necesitaba.

Así que decidí hablar con el sacerdote. Llegué allí sumida en un mar de lágrimas, pero para mi sorpresa, la vida me presentó un duro golpe de realidad que en ese momento consideré doloroso. Enfrentaba una profunda soledad y frustración, y, para agravar la situación, experimenté la indiferencia del sacerdote. 

Al compartirle brevemente mi situación, ni siquiera se molestó en mirarme a los ojos; simplemente bajó la mirada y me dijo que haría una oración por mí, mientras me acompañaba a la puerta.

Recuerdo que la primera vez que vi a este sacerdote fue cuando decidí ofrecerme como voluntaria para ayudar en la limpieza de la iglesia. En esa ocasión, me recibió con calidez y me felicitó por mi gesto solidario. Me miró a los ojos y pude ver una sonrisa amable en su rostro. Sin embargo, en el momento en que realmente necesitaba su atención, comprensión, compasión y empatía, no pudo brindarme nada de eso.

En ese momento, no experimenté enojo; en cambio, mi dolor y soledad se intensificaron, sintiendo que, por razones que en ese momento no comprendía del todo, nadie podía empatizar con mi situación.

Es natural pensar que un sacerdote debería ofrecer un poco de empatía, ya que representa el amor de Dios. Sin embargo, en este caso, eso no ocurrió. 

La Biblia se refiere con frecuencia a actos de empatía. Amarse unos a otros a menudo significa volverse profundamente personales unos con otros, y lo vemos en las Escrituras cuando Pablo alentó a los cristianos a "[alegrarse] con los que están alegres; [llorar] con los que lloran." (Romanos 12:15). Al compartir estas emociones, vivimos la vida juntos como una familia cristiana, a través de todos los altibajos. El apóstol Pedro también animó a los cristianos a mostrar compasión por los demás, viviendo en armonía" y practicando el amor fraternal (1 Pedro 3: 8).

Podría caer en la tentación de condenar su comportamiento hacia alguien que se encuentra en una situación de desesperación, ya que no pudo proporcionarme lo que anhelaba sentir de una autoridad espiritual como la suya.

Jesús es nuestro mejor ejemplo de empatía. Nació como un ser humano para poder experimentar cada emoción humana (Hebreos 4:15). Podemos regocijarnos de que Jesús tenga total empatía por lo que atravesamos en nuestras vidas. Los evangelios están llenos de historias de Cristo mostrando compasión por las personas que lo necesitan. En Lucas 7: 11–16, Jesús vio el dolor de una viuda y se llenó de compasión por ella. Él sintió su profundo dolor y aflicción y le devolvió la vida a su hijo, y todos allí glorificaron a Dios porque vieron cómo Él comprende y sana el dolor. Jesús siempre fue sensible a las experiencias e historias de los demás (Mateo 9:36).

Me pregunto si realmente debería enojarme con alguien por no haberme ofrecido lo que necesitaba. ¿Debo sentirme decepcionada porque el sacerdote no ha cumplido mis expectativas y no ha estado a la altura de su investidura?

Este tipo de situaciones ocurren a diario en contextos familiares, de amistad, de pareja y en el ámbito laboral, donde a menudo esperamos que los demás satisfagan nuestras expectativas sin alcanzar un nivel de comprensión más profundo. 

Es fundamental reconocer que cada persona está en su propio camino de crecimiento espiritual y no todos se encuentran en el mismo lugar ni en el mismo nivel de conciencia.

El hecho de que este sacerdote no haya podido ofrecerme su empatía y compasión no me otorga el derecho de criticarlo simplemente por ser sacerdote. Los sacerdotes son seres humanos, al igual que todos nosotros, y también están en su propio proceso de crecimiento espiritual. Ser sacerdote no implica alcanzar un estado de perfección absoluta.

Los sacerdotes son personas que, al igual que nosotros, tienen la responsabilidad de trabajar en su interior y cultivar cualidades positivas como la compasión, el perdón y la empatía. 

No puedo permitirme juzgar y criticar al sacerdote, sabiendo que cada individuo está en un lugar distinto en su nivel de conciencia. Es esencial respetar el proceso de crecimiento espiritual de cada ser humano.

Es inútil juzgar el comportamiento de alguien que actúa con indiferencia, ya que esta indiferencia a menudo surge de una falta de amor al prójimo. 

Es fundamental realizar un trabajo interno sobre el amor y cultivarlo para despertar la empatía y la compasión hacia los demás. Este es el compromiso que un sacerdote debe asumir; por lo tanto, no es prudente juzgarlo, ya que es una persona que aún necesita trabajar en su capacidad de amar para desarrollar esa empatía.

Criticar al sacerdote podría considerarse un comportamiento injusto y propio de un alma poco evolucionada. Un alma que ha alcanzado un mayor nivel de evolución comprende la importancia de respetar el proceso individual de cada ser y reconoce que la crítica no contribuye a nuestro crecimiento espiritual. 

La crítica a menudo surge de la falta de comprensión sobre el comportamiento ajeno, y a través de este comportamiento, se puede discernir el nivel de evolución del alma. Si se trata de un alma en desarrollo, es crucial respetar su camino.

Al respetar su proceso evolutivo, evitamos crear resentimientos y decepciones que generan emociones negativas, perjudicando nuestro bienestar emocional, físico y mental. Dedicar tiempo a criticar las acciones de este sacerdote resulta ser una pérdida de tiempo absoluta.

Un enfoque saludable consiste en aceptar con respeto la indiferencia del sacerdote, reconociendo que aún debe realizar un trabajo interno para cultivar su empatía y compasión hacia los demás. No estamos en este mundo para juzgar o criticar las acciones de otros, sino para comprender, ser pacientes y tolerantes con el proceso evolutivo de cada ser humano.

Cuando entendemos que cada persona sigue su propio camino espiritual y que no todos se encuentran en el mismo nivel de evolución, podemos liberarnos fácilmente de resentimientos y rencores hacia aquellos que no se comportan como esperábamos. 

Albergar resentimiento en mi corazón hacia este sacerdote, que actúa según su nivel evolutivo de amor, resulta inútil. Su comportamiento refleja claramente el trabajo que aún necesita realizar, y no soy quien para juzgarlo por lo que aún debe desarrollar en su ser.

Es esencial adoptar una perspectiva más elevada de conciencia, observando a este sacerdote con compasión y empatía por el trabajo interior que aún necesita llevar a cabo para que su alma pueda evolucionar y elevarse a frecuencias de amor mas pura y verdadera.

Cada palabra que pronunciamos posee una frecuencia y un impacto en nuestra energía, lo que hace crucial elegir con sabiduría la forma en que nos expresamos sobre los demás. Estas palabras generan un efecto vibracional que puede influir positiva o negativamente en nuestro cuerpo.

Al dedicarnos a criticar y juzgar el comportamiento ajeno, no somos conscientes de que estamos perjudicando nuestro campo energético de manera adversa, lo que afecta nuestro estado emocional y físico. 

Es probable que una persona que se enfoca en resaltar lo positivo de los demás exhiba una piel más hermosa y radiante en comparación con quienes se dedican a la crítica y al juicio. 

Este simple ejemplo ilustra que hablar negativamente y enfatizar lo negativo solo nos coloca en una posición de desventaja, ya que a nivel energético, solo tenemos que perder.

Nuestro cuerpo es energía, y vibramos en una frecuencia positiva o negativa según nuestros pensamientos, comportamientos y palabras. ù

Lo que pensamos y decimos define nuestra energía divina, y la luz de nuestro ser brillará con mayor intensidad a medida que nuestro amor crezca. Donde hay amor, no hay crítica; en el amor no hay juicio, sino respeto, paciencia y comprensión.

Todos somos capaces de mostrar amor porque Dios nos amó primero (1 Juan 4:19), también somos capaces de mostrar empatía, porque Dios es el mayor empático. David clamó a Dios en los Salmos, y su poesía nos enseña cómo Dios nos entiende íntimamente. "Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. (Salmo 56: 8). Podemos consolarnos sabiendo que Dios tiene la capacidad de conocer todas y cada una de nuestras luchas y emociones. Podemos echar nuestras ansiedades sobre Él porque Él se preocupa por nosotros (1 Pedro 5: 7).

Recientemente, tuve la oportunidad de observar a este sacerdote desde la distancia, y no puedes imaginar la  ternura que este ser humano despertó en mí. A pesar de ser una persona que aún debe desarrollar su empatía, está realizando una labor hermosa y admirable. 

Esto es lo que realmente importa en la vida: destacar lo positivo en los demás y dejar de lado aquello en lo que aún tienen que trabajar, porque nadie es perfecto. Todos hemos venido a este mundo para aprender, servir, ayudar, perdonar y, sobre todo, amar.

Jesús dijo: 'Perdonar,no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete'. Esto significa que estamos llamados a perdonar siempre. No podemos pretender para nosotros el perdón de Dios, si no somos capaces de conceder el perdón a nuestro prójimo.

Maria G.

Extracto de mi libro: Una vida de perdón

Cancion sobre el perdón: Elijo perdonar



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