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sábado, 4 de enero de 2025

El dinero perdido


El dinero perdido

El dinero que nunca recibí

 

En la actualidad, la sociedad nos está conduciendo por un camino de destrucción, y lo más alarmante es que lo estamos permitiendo. El dinero, considerado el arma más destructiva del planeta, ha llevado a la devastación de naciones enteras y nos enfrenta a la amenaza de que, en el futuro, pueda ser la causa de otra destrucción histórica sin precedentes. Este recurso, que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades básicas y asegurar un lugar donde vivir, se ha transformado en un arma de doble filo.

 La raíz de este problema radica en la incapacidad del ser humano para establecer límites en relación con el significado del dinero en sus vidas. La publicidad, difundida a través de diversos medios de comunicación y redes sociales, desempeña un papel crucial en este dilema contemporáneo. Muchos han sucumbido a la trampa de una sociedad que define la felicidad en términos monetarios. Sin embargo, esta trampa trasciende la influencia de la sociedad o de los círculos familiares.

Lo más preocupante es que la humanidad parece ignorar las consecuencias fatales que pueden surgir si continúan otorgando al dinero un lugar inapropiado en sus vidas.

 

El dinero ha sido el causante de innumerables rupturas familiares, divorcios masivos, enemistades, odios y rencores, así como de guerras, masacres y actos vergonzosos ante la mirada divina. He observado que el dinero está adquiriendo cada vez más poder y, en medio de su feroz influencia, está provocando una considerable destrucción en las relaciones humanas.

Al salir de casa, me tomo un momento para observar los rostros de las personas y, en ocasiones, tengo la oportunidad de escuchar conversaciones breves. En cada diálogo, el tema del dinero surge inevitablemente como causa de discusiones, separaciones, descontento, tristeza, sufrimiento, desesperación y preocupación en numerosas familias.

Las personas se encuentran en una búsqueda frenética de más y más dinero, sin detenerse a cuestionar las razones detrás de este anhelo ni si realmente lo necesitan. En la sociedad actual, la falta de ambición puede llevar a que alguien sea considerado un fracasado.

Muchos sienten la presión social de correr de un lado a otro en pos del dinero; si uno no participa en esta carrera, puede ser etiquetado como alguien sin aspiraciones. No se debe cruzar la delgada línea que separa a quienes tienen aspiraciones de aquellos que saben vivir y fluir en el presente.

 

 

Definir la felicidad en función del dinero puede llevar a una debilidad personal, ya que condiciona nuestra satisfacción. Esto implica que, si no poseemos una cantidad suficiente de dinero, podríamos caer en la infelicidad, lo que resulta en una felicidad limitada y dependiente de factores externos. Es sorprendente cuántas millones de personas continúan trabajando por dinero que ni siquiera necesitan, atrapadas en un concepto erróneo acerca de su valor. Esta percepción errónea puede llevar a un estado de esclavitud del cual les resulta difícil liberarse.

En mi experiencia, la relación que tengo con el dinero me ha proporcionado calma y tranquilidad, ya que lo percibo de manera diferente. Considero el dinero como una herramienta esencial para la supervivencia y para satisfacer nuestras necesidades básicas, lo cual nos permite mantener o alcanzar una vida digna que todos los seres humanos merecen.

A mis 44 años, jamás he cruzado ese límite; he mantenido siempre esa visión sobre el dinero y, gracias a ello, he podido experimentar un estado de paz y armonía que de otro modo sería inalcanzable. El verdadero problema con el dinero surgen cuando se le otorga una importancia excesiva. Muchas personas están dispuestas a hacer sacrificios extremos para adquirirlo, lo que da lugar a disputas, discusiones, rencores y divisiones entre familias, parejas, amigos y otros.

La clave está en aprender a vivir y fluir en el presente, sin permitir que el dinero defina nuestra felicidad.

He enseñado a mi hija la verdadera importancia del dinero, para que no se convierta en una esclava de él. Gracias a esta educación, ella tiene un concepto más elevado del dinero, lo que le permitirá vivir en un estado de paz y armonía, y seguramente le ahorrará muchos conflictos y momentos difíciles innecesarios provocados por cuestiones financieras.

¿Te has preguntado qué relación mantienes con el dinero? ¿Has educado a tus hijos sobre su manejo? ¿Cuál es su verdadero valor?

La ambición puede ser una compañera engañosa, ya que puede llevarte a un estado de ansiedad, preocupación e insatisfacción, torturándote a lo largo de tu vida. Desde pequeña, he escuchado a muchas personas hablar sobre la ambición, enfatizando su importancia para construir un futuro exitoso. Sin embargo, me pregunto: ¿qué significa realmente el éxito?

He observado que algunas personas, en su búsqueda del éxito, se convierten en esclavas del dinero. Dedicando sus vidas a trabajar por dinero, descuidan la posibilidad de disfrutar de una existencia plena, convirtiendo al dinero en su jefe. Considero que el verdadero éxito radica en alcanzar un estado de bienestar personal. Muchos confunden el éxito con la felicidad, creyendo que, al alcanzar exito, también obtendrán felicidad.

Sin embargo, ¿cuántas personas se encuentran ahora en la cima del éxito, pero se sienten infelices al mismo tiempo?

Muchos padres han cometido el error de hablar a sus hijos de ser ambiciosos sin darse cuenta que allí es donde puede estar su verdadera perdición y condenarse a vivir una vida de miseria. Quién  busca la felicidad en el dinero solo encontrará la miseria espiritual y nunca se sentirá completo al contrario seguirá buscando ese algo que lo llene sin darse cuenta que mientras más persiga el dinero más vacío se sentirá.

 

Hubo una ocasión en la que un familiar muy cercano me pidió prestado una cantidad de dinero. Mi manera simple y austera de vivir me permitió siempre tener un poco de dinero en el bolsillo dándome así la oportunidad de prestar mi dinero a mis familiares cercanos y amistades.

 

En esos días había un familiar cercano que necesitaba dinero y se acercó a mí pidiéndome un poco de dinero prestado el cual yo sin ningún tipo de problemas acepté.

Luego de efectuar el préstamo pasó un buen tiempo. Nunca me interesé en saber cuando se me iba a entregar el dinero, siempre fui  muy desapegada del dinero pero al mismo tiempo nunca me faltó.

 

Luego de un tiempo este familiar cercano empezó a comportarse de manera diferente conmigo.Empezó a regalarme zapatillas, ropas y  comida, estaba muy sorprendida porque esta persona no era egoísta pero tampoco puedo decir que era de regalar así por así las cosas.

 

Su comportamiento me sorprendió, pero al mismo tiempo me alegró, ya que a todos nos gustan los regalos. Un día me dijo: "Mira, estas zapatillas son para ti", y al siguiente, "Tengo un dulce para ti". Este gesto continuó durante varios días. Para mi sorpresa, un día descubrí la verdadera razón detrás de su generosidad y amabilidad hacia mí.

Una tarde, me entregó una lista que contenía todos los obsequios que me había hecho, afirmando que así había saldado la deuda que tenía conmigo. En esa lista figuraban los regalos que creía recibía de manera altruista, junto con el precio de cada uno, sumando un total que supuestamente correspondía a lo que ella debía pagarme en efectivo, pero lo había hecho a su manera. Naturalmente, me quedé sin palabras. No podía creer lo que me había dicho; era casi como una burla y lo consideré una falta de respeto e irresponsabilidad.

Durante un tiempo, pensé que sus gestos generosos eran manifestaciones de cariño y afecto, solo para darme cuenta de que había tramado todo para devolverme la deuda de la manera más conveniente para ella. Lo más apropiado habría sido que me preguntara si realmente deseaba recibir el dinero a través de esos regalos o si prefería el efectivo. Sin embargo, no se tomó la molestia de consultarme sobre cómo quería que se saldara su deuda.

Esta persona se tomó la libertad de decidir cómo quería compensarme, y lo más sorprendente es que yo no le cuestioné en absoluto.

Esta experiencia resalta la importancia de tener un concepto claro sobre el dinero; si hubiera sido una persona que otorga gran relevancia al dinero, probablemente me habría molestado con este familiar cercano, y quizás la situación habría derivado en una discusión, la cual pude evitar gracias a mi perspectiva sobre el tema.

Imaginemos cómo podría haber evolucionado la situación si esta persona me hubiera ofrecido regalos en lugar de efectivo como forma de pago.

Si hubiera insistido en recibir el dinero en efectivo, ¿cómo habría podido resolver el conflicto? Ya contaba con los zapatos que me había dado y había consumido la comida, lo que complicaba las cosas, ya que ella no deseaba obsequiarme los artículos, sino simplemente compensarme de esa manera.

Hubiera sido casi imposible que ella me pagara en efectivo, ya que habría tenido darme sus regalos sin razón alguna. Dudo que ella estuviera dispuesta a ofrecerme el dinero después de haberme hecho esos obsequios; incluso si se lo hubiera solicitado, no creo que hubiera accedido a hacerlo.

El dinero no debería separar a las personas ni generar rencor o enojo entre ellas. Su propósito es satisfacer nuestras necesidades, y más allá de eso, su valor es limitado. El problema surge cuando otorgamos al dinero una importancia que supera su verdadero significado.

Cuanto más apego se tiene al dinero, mayor es la posibilidad de caer en conductas deshonestas. Esto se debe a que quienes están excesivamente atados al dinero enfrentan un conflicto interno, en el que su ansia por obtenerlo puede llevarles a actuar de manera poco ética.

En mi propia experiencia, la relación que he cultivado con el dinero me ha permitido evitar conflictos que podrían haber provocado malestar entre las partes involucradas. Hay una frase que dice que debemos saber elegir nuestras batallas, y esta era una contienda que no tenía sentido para mí, a pesar de que la acción en cuestión no fue moralmente correcta. Al escribir estas líneas, recuerdo el incidente y puedo afirmar que he perdonado un acto que, aunque pequeño, resultó significativo.

No se trata solo de dinero; también implica la manera en que actuamos ante quienes nos han prestado una suma, sin la intención de devolverla de la misma manera en que fue otorgada. Más allá de lo monetario, se trata de ser personas coherentes y honestas.

En ningún  momento se me pasó por la mente iniciar una discusión por este comportamiento  irresponsable de su parte.

En ningún momento consideré iniciar una discusión sobre su comportamiento irresponsable. Tanto mi ser querido como yo hemos demostrado quiénes somos a través de nuestras acciones, y aunque hemos cometido errores humanos, estos merecen ser perdonados.

¿Quién puede afirmar que nunca ha cometido un error en su vida? Todos hemos fallado en algún momento, y es precisamente por ello que debemos ser comprensivos y pacientes ante los errores de los demás.

A través de esta experiencia pude confirmar que el dinero no es mi prioridad porque las relaciones humanas valen mucho más.

Las posesiones que atesoras no definen tu esencia. ¡Tu auténtico valor resplandece desde lo más profundo de tu interior

Maria G.

Extracto del libro: Una vida de perdón


 Otros capítulos,

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