Entrega tus preocupaciones, tu dolor y tu tristeza, suelta el control y fluye como un río que desemboca en el mar, con la certeza de que al final encontrarás un desenlace feliz, aquel final feliz que tanto mereces.
Confía en que no estás solo y que cada dificultad superada te acerca más a aquello que realmente mereces. Un día, podrás agradecer a Dios, pues todo comenzará a tener sentido y te darás cuenta de que cada experiencia fue para tu bien.
A pesar de las dificultades, al final, todo se alineó a tu favor, transformándote en una persona fuerte, valiente, madura y amorosa.
Así, podrás brillar con tu propia luz, sin temor a mostrar tu verdadero ser: un ente de luz lleno de amor, listo para compartir en este maravilloso mundo.
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