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martes, 27 de mayo de 2025

la paloma de mi madre







La mujer que valora la maternidad en la tierra valorará la maternidad en el mundo venidero, y “donde esté su tesoro, allí estará también su corazón” (Mateo 6:21).

La figura materna es, sin duda, uno de los seres humanos más especiales en nuestras vidas, ya que nos ha otorgado la vida.

El Día de las Madres es siempre un momento significativo para quienes se sienten afortunados de tener a su madre aún con vida.

Recuerdo que, cuando tenía alrededor de 12 años, mi hermana y yo estábamos muy entusiasmadas ante la proximidad del Día de las Madres, y anhelábamos sorprender a nuestra madre con un regalo especial.

Mi padre nos llevó a una tienda para que pudiéramos elegir un obsequio para nuestra madre, quien ya no vivía con nosotros desde hacía ya algunos años.

Tuvimos algunas dificultades para seleccionar el regalo, ya que queríamos realmente sorprenderla con algo que reflejara nuestro amor.

Pasamos cerca de una hora  sobre cuál sería el obsequio ideal y al final, decidimos regalarle una hermosa paloma de cristal rodeada de flores. Era una pieza realmente bella y yo estaba emocionada con la idea de que nuestra madre quedaría gratamente sorprendida por este regalo, elegido con tanto esmero.

Finalmente, llegó el tan esperado día en que entregaríamos el regalo, y la emoción que experimentábamos era palpable. Habíamos adquirido el obsequio con varios días de antelación, por lo que el gran día finalmente había llegado.

Entregamos el regalo con gran entusiasmo y sonrisas; sin embargo, nuestra alegría se desvaneció ante la reacción inesperada de nuestra madre. Al abrir el obsequio, ella exclamó:

 “¿Esto es lo que me compraron? Pensé que me regalarían algo mejor. Yo esperaba una secadora, no esta paloma; con esto no hago nada.”

Mi hermana y yo nos sentimos profundamente decepcionadas y tristes, ya que nuestra madre no supo apreciar ni valorar el regalo que habíamos elegido con tanto cariño.

Simplemente éramos  dos niñas que con su inocencia se la jugaron al creer que podían sorprender a su madre con un regalo simple pero lleno de significado.

Los regalos pueden ser una forma de expresar gratitud, pero lo fundamental no radica en el valor material del presente, sino en la intención genuina con la que se ofrece.

Entiendo que no todo el mundo tiene la capacidad de ver las cosas desde un lugar más elevado de conciencia.

Esto no le permite apreciar el regalo por su verdadera esencia y  por este mismo motivo es importante elegir la tolerancia ante aquellas personas que no saben valorar la verdadera esencia de un regalo que a simple vista puede parecer muy simple pero detrás de ese regalo tan simple hay mucho amor y un deseo genuino de agradar a ese ser querido sin tener que pretender tanto en su valor económico.

La ilusión de dos niñas inocentes fue desvanecida por una madre con expectativas poco realistas. 

Estas hijas solo anhelaban complacer a una madre que no supo valorar ni apreciar tampoco la oportunidad de ser madre, así como de tener hijas sanas, bondadosas, tranquilas, educadas y obedientes.

A lo largo de los años, nunca he podido olvidar ese día que, en principio, prometía ser especial, pero se transformó en un momento en el que la realidad puede ser muy dura. En ese instante, me di cuenta de que no había tenido una madre normal como la que muchos otros han tenido.

Ella se convirtió en madre muy joven cuando tenía veinte años de edad y luego de tenernos a  sus hijas quiso disfrutar un poco de la vida y andar de fiesta en fiesta y dejarnos a nosotras de lado en segundo lugar para ella poder disfrutar de su vida de fiesta.

Recuerdo verla siempre maquillándose para salir eso era lo que a ella le gustaba hacer, no era una madre dedicada a los hijos era más dedicada a disfrutar de su vida.

Dejarnos con nuestro padre fue para ella una descarga de responsabilidades para no tener que hacer el rol de madre y poder disfrutar de su vida plenamente sin tener que preocuparse de nada y mucho menos pensar que habían tres niñas que necesitaban de una madre y del cariño y la protección que solo una madre  puede ofrecer.

Ella puso en primer lugar sus fiestas que estar con sus hijas en casa. Nunca supe lo que era tener una madre porque mi madre nunca se comportó como una madre real.

Por mucho tiempo viví con un gran resentimiento por este motivo hasta que pude entender que ella también tuvo su infancia y también vivió momentos difíciles que le tocaron profundamente.

Es una cadena que hay que romper porque también mi abuela tuvo una vida muy difícil y por esta razón también mi madre tuvo una vida difícil porque mi abuela estaba herida emocionalmente y a veces esas heridas se manifiestan a través de acciones y palabras que pueden lastimar.

Mi abuela no tuvo la oportunidad de sanar sus heridas y por este motivo también sus propias hijas tuvieron que pagar el precio  de su herida no sanada.

"El perdón no implica excusar o justificar el daño causado, sino dejar de lado el rencor y la amargura, liberándose del deseo de venganza."

Ni en mis sueños podría defender las acciones, de mi madre porque una mamá amorosa, aunque esté dolida, jamás dejaría a sus pequeños para irse de parranda. 

Sus acciones no fueron correctas y el hecho de que no hayan sido correctas no me da el derecho de juzgarla y condenarla porque eso hay que entregárselo a Dios para que sea Dios el que decida lo que es mejor para todos nosotros.

"La falta de perdón puede llevar a la amargura, el resentimiento y la falta de paz, mientras que el perdón fomenta la reconciliación y la restauración de las relaciones."

Estamos acostumbrados a exigir perfección y a condenar los errores ajenos, cuando en realidad debemos reconocer que ningún ser humano es perfecto y que cometer errores es parte de nuestra condición humana. 

No podemos esperar que las personas sean infalibles sin considerar las circunstancias que han enfrentado a lo largo de su vida. 

Cada persona tiene experiencias diferentes, ya sean positivas o negativas, que influyen en su comportamiento. Esto nos invita a reflexionar y a comprender que un comportamiento inadecuado a menudo surge desde un lugar de sufrimiento o vacío emocional.

Entiendo que  tanto mi madre como mi abuela también están librando su batalla y yo no puedo colocarme en un lugar de juzgarla pero si me puedo colocar en un lugar de compasión, comprensión, perdón  y empatizar con su dolor.

Para poder perdonar tenemos que cambiar el modo de ver una situación y solo de ese modo podemos liberarnos de un resentimiento y  un rencor que sólo nos llena de dolor.

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43–44) 1 

 A menudo, las personas te tratan de una manera que refleja su propio ser interior, lo que significa que su comportamiento hacia ti está más relacionado con sus luchas internas que contigo mismo.

Es fundamental entender y aceptar que una madre herida no podrá ofrecerte la felicidad que anhelas. Este entendimiento es lo que te permitirá perdonar la forma en que te ha tratado tu madre o cualquier otro ser querido. 

Una herida emocional puede manifestarse de diversas maneras, afectando la autoestima, las relaciones y el bienestar general. Algunas manifestaciones comunes incluyen baja autoestima, dificultades para establecer relaciones saludables, ansiedad, depresión, patrones de comportamiento repetitivos, miedo al rechazo o abandono, y dificultad para confiar en los demás.

Manifestaciones comunes de heridas emocionales:

Baja autoestima y autoconfianza:

Sentirse inadecuado, criticarse constantemente, o necesitar la aprobación de otros para sentirse valioso.

Dificultades en las relaciones:

Problemas para confiar en los demás, miedo al rechazo o abandono, dificultad para establecer límites, o patrones de comportamiento autodestructivos en relaciones.

Problemas de salud mental:

Ansiedad, depresión, sentimientos persistentes de vacío, tristeza, o culpa.

Dificultad para confiar

Dificultad para establecer relaciones de confianza con los demás debido a experiencias pasadas de traición o decepción.

Miedo al rechazo o abandono:

Una profunda necesidad de aprobación y miedo constante a ser rechazado o abandonado.

Es importante recordar que cada persona experimenta las heridas emocionales de manera diferente, y que estas manifestaciones pueden variar en intensidad. Identificar estas señales es el primer paso para iniciar un proceso de sanación.

Puedo afirmar con firmeza que nadie elige conscientemente permanecer en un estado de dolor y sufrimiento, como el que conlleva arrastrar una herida de la infancia. 

Todos desearían liberarse de ese sufrimiento y encontrar la paz, la calma y la armonía que esa herida les ha robado durante tanto tiempo.

Por esta razón, debemos compadecernos de quienes llevan consigo una herida y que, como resultado, pueden exhibir comportamientos desagradables o utilizar palabras que hieren y ofenden. 

Personalmente, habiendo atravesado una herida infantil significativa provocada por el rechazo de mi padre y su intento de asesinato, entiendo perfectamente el peso del sufrimiento que debemos enfrentar, a menudo sin saber cómo escapar de él.

Hoy, habiéndome liberado de ese dolor y sanado por completo, invito a quienes conozcan a personas heridas  a considerar el perdón como el mejor camino. Elijan compadecerse del dolor de esa persona que no eligió cargar con su sufrimiento.

Cuando observamos a los demás desde esta perspectiva, se torna más fácil no tomar sus acciones de manera personal y generar resentimientos o rencores inútiles. 

Mi madre fue una mujer herida pero también fue una madre irresponsable porque el amor a un hijo debe ser más fuerte que el querer separarse de él para ir a disfrutar de los placeres del mundo.

Jesús enseñó la importancia del perdón continuo, instando a sus seguidores a perdonar "setenta veces siete" (Mateo 18:21-22), lo que significa perdonar siempre.

Elijo perdonar a mi madre por no ser una madre responsable, amorosa y dedicada a la crianza de sus hijas.

He perdonado a mi madre por todo el sufrimiento que me causó por no ser una madre presente.

He perdonado a mi madre por no estar cuando yo más la necesite.

He perdonado a mi madre porque nunca supo darme el abrazo que yo siempre necesité .

He perdonado a mi madre por nunca me dio el amor que todo hijo necesita recibir de su propia madre.

He perdonado a mi madre por no haber sabido ser una madre verdadera.

Debemos optar siempre por el perdón, ya que es la única manera de mantenernos cerca de la presencia de Dios. Dios es una energía de amor, y para poder acercarnos a Él, es fundamental vibrar en esa misma frecuencia de amor.

Maria G.

Extracto de mi libro: Una vida de perdón

Cancion sobre el perdón: Elijo perdonar


Porque estoy escribiendo un libro?




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