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viernes, 28 de marzo de 2025

 




¿Por qué sufrimos tanto por amor? 


La definición de Aristóteles sobre el amor revela dos aspectos fundamentales. En primer lugar, es inequívoca y resplandecientemente altruista: uno anhela y actúa para alcanzar el bien del otro, conforme a lo que este percibe como bueno, en un hermoso intercambio recíproco también en el caso de la amistad.

¿Qué es el amor? 

La teoría del renombrado psicólogo estadounidense Robert Sternberg lo describe como “un compendio de sentimientos, emociones y valores que florecen en una relación, constituyéndose a partir de tres elementos esenciales: la intimidad, la pasión y el compromiso.”

Qué pasa cuando ese amor no es correspondido o no está destinado a tener  en un final feliz

Todos hemos experimentado alguna vez el dolor que este sentimiento puede provocar, sintiendo que el universo conspira con obstáculos y situaciones que impiden que estemos al lado de esa persona especial.

Recuerdo una vez que me enamoré de alguien que me hizo comprender, por primera vez, la verdadera esencia de estar enamorada, un sentimiento que nada puede igualar. La ternura que experimenté por esa persona era singular, casi mágica. 

Sin embargo, al enamorarme, comenzaron a asaltarme dudas sobre mis pasadas experiencias amorosas; quizás aquellas no eran más que ilusiones confusas con el amor verdadero.

Lamentablemente, esta historia de amor se desvaneció cuando decidí confesar mis sentimientos y esa persona me rechazó, alejándose de mí. Te preguntas, ¿qué hacer con todo ese amor que llevas dentro? No es algo que se pueda desechar así como así; se siente en el alma, en la mente, en el corazón. 

En mi caso, elegí no sumergirme en el sufrimiento por alguien que no correspondía mis sentimientos, pero debía encontrar una manera de canalizar ese amor que no fue correspondido.

Los seres humanos sienten la imperiosa necesidad de amar y ser amados, y eso está bien. 

Sin embargo, a menudo creemos que debemos enfocar nuestro amor en una sola persona, cuando en realidad estamos destinados a amar a muchos a la vez. 

Expresar amor hacia quienes nos rodean puede aliviar el sufrimiento que sentimos cuando el amor no es recíproco.

Cuando no podemos manifestar ese amor a la persona que anhelamos, nos quedamos con el anhelo de amar y expresar esos sentimientos. 

Sin darnos cuenta, nos convertimos en nuestros propios enemigos, atrapados en creencias que nos mantienen en un ciclo de agonía amorosa. 

La buena noticia es que desde hoy puedes empezar a eliminar esa creencia limitante y abrirte a amar a múltiples personas a la vez.

El amor que sientes por alguien puede ser compartido y expandido hacia otros, aplicando el amor incondicional a través de actos y palabras amables. 

Al comenzar a dar amor a amigos, familiares e incluso a desconocidos, liberarás esa energía que has estado acumulando, como un manantial a punto de desbordarse.

Así, al diseminar tu amor, eliges conscientemente amar a tu prójimo. Al hacerlo, descubrirás una paz y armonía que quizás no habías imaginado, sintiendo emociones de ternura y compasión hacia otros seres humanos, sin la necesidad de que sean romances, pues el amor puede tomar formas más amplias y universales.

Cuando una persona se enamora, tiende a concentrar su amor en un único ser, lo que puede generar un peso abrumador si esa persona no puede corresponder. 

Si te encuentras enamorada, no permitas que todo tu amor se concentre en una sola persona; empieza a esparcirlo a través de tus acciones, palabras y buenas obras hacia los demás. 

Verás que esa carga se vuelve más ligera, y tu bienestar se incrementa al dar amor desde un lugar elevado de conciencia.

Cuanto más amor demuestres en tus acciones, menos necesidad sentirás de centrarlo en quien estás enamorada.

Esta es la capacidad de canalizar la energía del amor hacia una dimensión más elevada, abandonando la idea de limitar tu amor a una sola persona. El amor nos hace florecer en todas sus formas, y para ello no es necesario amar únicamente a uno.

Te invito a que no limites tu amor a una sola persona, a concentrar toda tu energía en ella. 

Comienza a expandir ese amor a través de buenas acciones, que pueden ser tan simples como acariciar a un perro, halagar a un vecino, saludar con dulzura o sonreír a un desconocido. Así, demostrarás un amor que ilumina tu ser y te conecta con lo divino. 

Cuanto más te conectes con lo divino, mejor te sentirás, porque estamos hechos de amor, y al dar amor, vibramos en esa esencia que nos hace sentir bien.

Maria G.


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