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martes, 10 de junio de 2025

porque estoy escribiendo un libro


 

  S. Mateo 7:7-11 »Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abre. »

La idea de escribir un libro había permanecido en mi corazón durante mucho tiempo hasta que un día he decido dar el primer paso, aunque mas adelante eso resultaría ser un desafío para culminar. Al principio, mi entusiasmo era desbordante y sentía un impulso poderoso que me motivaba a escribir. Sin embargo, tras algunos meses, opté por hacer una pausa y me enfoqué en otras actividades. Pensé que tal vez no era tan urgente o importante y que podría concluirlo más adelante. 

Era consciente de que finalizar este libro requeriría innumerables horas de dedicación plena, tanto física como mental. Era esencial contar con una concentración total, sin perder el enfoque, para poder concretar todos los detalles.

Tuve que sumergirme en los rincones más profundos de mi mente para recordar y organizar toda la información, con el objetivo de compartirla de la manera más concisa posible, priorizando lo más significativo.

Cada vez que pensaba en continuar con la redacción del libro, perdía por completo el entusiasmo. Nunca he sido una amante de la escritura; el esfuerzo requerido me desmotivaba, y siempre encontraba una excusa para postergar el trabajo.

De vez en cuando, surgía en mi mente el pensamiento de “debo terminar el libro”. Algo en mi interior me instaba a escribirlo y compartirlo. Mantuve ese sentimiento durante un tiempo, hasta que llegó un momento decisivo.

“Escribe tu verdad”

Para concluir este libro, necesitaba una concentración que no estaba dispuesta a invertir en ese momento. Por lo tanto, tomé la decisión de buscar, desde lo más profundo de mi ser, una respuesta o una señal. No quería perder tiempo en algo que, en ese momento, no era mi prioridad. Así fue como, una noche, le pedí a Dios, desde lo más profundo de mi alma, que me iluminara y me proporcionara una señal clara, directa y contundente que no dejara ninguna dudas sobre la necesidad de terminar este libro. 

Recuerdo que, mientras hacía esta petición, pensaba: “¡Esta vez se lo estoy poniendo muy difícil! ¿Cómo logrará darme una señal tan fuerte, directa y contundente? ¿Cómo podría hacerlo?” Creía haber complicado demasiado las cosas, pero mi creencia limitante estaba a punto de ser desmantelada.

Días después, me olvidé totalmente del asunto, hasta que un querido amigo de la India me escribió por WhatsApp, dejándome completamente sorprendida y con la boca abierta  con el impactante contenido de su mensaje. Su mensaje decía exactamente lo siguiente:

-“Hola mi querida amiga ¿cuándo vas a escribir tu propio libro? No sé  pero esto me viene desde el fondo de mi  alma. “Cuando ella escribe su libro”. “Ella debe escribir algo”. “Y realmente quiero que escribas un libro y te conviertas en la  autora de un libro interno basado en tu realidad de vida o algo que pueda conectarse con los sentimientos de las personas y con su corazón.” Tienes mente intelectual, corazón puro y buena observación.

Pasados unos pocos segundos de leer su mensaje me quedé totalmente pasmada y asombrada con lo directo que había sido este mensaje. El mensaje había sido respondido exactamente como lo pedí. Recordé de nuevo mi petición:

 

Necesito una señal clara, directa y contundente, que no me deje ninguna duda de que tengo que terminar este libro”.

Para Dios, nada es imposible; quien solicita con fe siempre recibirá una respuesta. Al escribir esta parte del libro, todavía me encuentro asombrada  por este mensaje tan increíblemente exacto y directo. El mensaje de mi amigo había despejado todas mis dudas.

 

 Es importante destacar que él no tenía idea de que había comenzado a escribir un libro, ni mucho menos de su contenido. 

Para hacer la respuesta aún más clara y contundente, Dios no solo me confirmó que debía concluir el libro, sino que también mencionó el contenido que debía incluir, el cual coincidía perfectamente con lo que había comenzado a escribir. ¡No podía ser más directo y contundente!

 

La grandeza de Dios es infinita. He comprendido que este libro puede ser de gran utilidad para aquellas personas que enfrentan dificultades para otorgar el perdón y que debía continuar dedicando mi tiempo y todo mi empeño para terminarlo.


Sabía que no sería una tarea sencilla, dada la complejidad de algunos eventos.

Después de recibir una señal tan impresionante clara me sentí llena de motivación para continuar con lo que había comenzado.

Creo que, en la actualidad, las personas enfrentan crecientes dificultades para otorgar el perdón, lo que les lleva a transitar por la vida cargando amargura y  dolor y la mayoría no saben cómo liberarse de ese odio que los queman por dentro.

Lucas 6:37 No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.

El odio y el rencor nos destruyen internamente y nos alejan del amor de Dios, el amor puro y verdadero que nos revitaliza y nos permite brillar con nuestra verdadera esencia.


Proverbios 17:9 El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.


No podemos permitir que el odio y el rencor dividan a nuestras familias. Es fundamental que el amor prevalezca. Debemos aprender a amarnos, aceptando tanto nuestros defectos como nuestros errores, ya que es en esos momentos cuando realmente demostramos el verdadero amor. Esto es parte de nuestra esencia, creada a imagen y semejanza de nuestro Creador.


Escribir este libro me brinda la oportunidad de ayudar a las personas a salir de la oscuridad y encender la luz que llevan dentro, la cual ha sido apagada por sentimientos negativos y oscuros que les impiden reconocer que el amor es lo único que nos conducirá hacia la felicidad. Para amar verdaderamente, es fundamental aprender a perdonar.

La ley del perdón nos enseña que para poder vivir en paz y alcanzar la verdadera libertad interior debemos aprender a perdonar, es una ley que trasciende el simple acto de disculparse o de dejar ir algo superficialmente, perdonar significa liberar y soltar de una vez por todas el peso de aquello que nos hiere. 

Es un acto que hacemos tanto por los demás como por nosotros mismos porque aunque no lo veamos cada rencor, cada resentimiento es una cadena que nos ata y nos impide avanzar, recuerdo una vez en la que cargaba con un resentimiento profundo hacia alguien que me había herido sentía como ese rencor se volvía parte de mí como cada pensamiento negativo me alejaba de la paz que tanto anhelaba, fue entonces cuando me di cuenta de que perdonar no era hacerle un favor a esa persona era un acto de amor hacia mí mismo era liberarme de una carga que no quería llevar más.

El rencor aunque a veces parece darnos una sensación de control o de justicia es en realidad una prisión que construimos alrededor de nuestro corazón, cada vez que recordamos una herida y volvemos a sentir ese enojo es como si aviváramos el fuego de algo que debería haberse apagado hace tiempo, nos volvemos prisioneros de nuestras propias emociones y eso nos roba la paz nos quita la capacidad de vivir el presente con plenitud.

Te has sentido alguna vez atrapado en ese resentimiento repitiendo en tu mente las mismas historias reviviendo el mismo dolor, esa es la señal de que algo necesita ser liberado de que hay una herida que clama por sanación y aunque nos cueste aceptarlo el único camino para sanar es el perdón.

A veces las heridas son tan profundas que sentimos que perdonar sería traicionar nuestro propio dolor pero la verdad es que el perdón no niega la herida al contrario la honra la reconoce y luego la suelta con amor, perdonar es aceptar que no podemos cambiar el pasado pero si podemos decidir cómo queremos vivir el presente .

A menudo, consideramos que el perdón es un regalo que otorgamos a los demás; sin embargo, en realidad, es el acto más hermoso de amor propio que podemos ofrecer. Al perdonar, nos estamos comunicando a nosotros mismos que merecemos paz y que podemos vivir sin el peso del pasado. Nos permitimos cerrar ciclos, sanar nuestras heridas y abrirnos a una vida más plena.

Es común pensar que al perdonar estamos demostrando debilidad o que estamos menospreciando nuestra dignidad. No obstante, el verdadero poder radica en el perdón, en la capacidad de afirmar: “esto ya no me define, ya no tiene control sobre mí”. Al final, el perdón se convierte en una llave que abre la puerta a una libertad que no conocíamos, una libertad que solo podemos experimentar al soltar el pasado y abrazar la paz del presente.

El perdón se asemeja a liberar una carga que hemos llevado durante mucho tiempo; es como inhalar profundamente tras haber contenido la respiración.

Cuando perdonamos, experimentamos una liberación interna y sentimos cómo la paz comienza a llenar el espacio que antes ocupaba el resentimiento. Esta es la esencia del perdón: no cambia el pasado, pero transforma el presente.

Cada vez que perdonamos, estamos construyendo un camino hacia la libertad y la paz interior. No se trata de olvidar, sino de recordar sin dolor, de aceptar que cada experiencia y cada persona que ha formado parte de nuestra vida ha contribuido a nuestro aprendizaje y crecimiento espiritual. Al soltar el rencor, nos liberamos de las cargas del pasado y nos abrimos a una vida más plena y auténtica.


 Maria G.

Extracto de mi libro: Una vida de perdón ✔️

Cancion sobre el perdón: Elijo perdonar





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